lunes, 5 de septiembre de 2016

Javier Flores Cruz y su arte fotográfico.

Colima un estado del occidente de México ubicado en el cruce de la Sierra Madre del Sur y el Eje Neovolcánico Transversal, con montañas, cerros y barrancas en las tres cuartas partes de su territorio y una diversidad ecológica que ofrece vida y abundancia a su tierra y a su gente.   Estas características han sido apreciadas por el colimense Javier Flores Cruz realizando una obra de gran estética, color, fuerza y movimiento.

Javier retrata emociones tan contrastantes como la inocencia o el valor, la sorpresa o la tranquilidad, la alegría o el fervor, además captura los mejores amaneceres y paisajes de este pequeño paraíso. “Soy un fotógrafo documentalista, que registra la vida diaria, la calle, las actividades cotidianas, reproduzco las imágenes que son comunes para todos”.  Javier plasma con su lente la “festividad de los chayacates” del día seis de enero en el municipio de Ixtlahuacán, la “entrada de la Imagen del Rancho de Villa”, el espectáculo taurino en la petatera en Villa de Álvarez, las celebraciones en las comunidades indígenas de Zacualpan y Suchitlán, y las pastorelas en Quesería, en el Naranjal y en Chiapa.   “La fiesta popular es un resumen de lo que un pueblo cree, hace, vive y disfruta”, puntualiza.  


sábado, 6 de agosto de 2016

La Casa Grande de Tacoaleche Zacatecas.

Es La Casa Grande una finca afrancesada del siglo XIX, con terraza y patio central y atalaya,  parte del casco de la que fuera hacienda de Tacoaleche, construida entre 1891 y 1895 por Don Antonio García Rojas, hijo de Don Antonio García Salinas y sobrino del gobernador Francisco García Salinas Tata Pachito. Dicen que Don Antonio cada fin de año regalaba cobijas, mantas, rebozos, sombreros, vaqueta para huaraches, correas y zapatos; se dedicó a la agricultura, ganadería y al comercio hasta que inició la revolución mexicana y se mudó a la ciudad de México.  La hacienda se quedó en manos de los hermanos Salinas pero con la reforma agraria fue repartida entre la población naciendo el ejido de Tacoaleche en 1938. Posteriormente el inmueble fue hospital y cárcel durante las guerras de la revolución mexicana y la cristera, escuela, casa de evangelización, comisaría ejidal, vivienda y set cinematográfico de películas como “Emiliano Zapata”.  

Finalmente para rescatar esta joya arquitectónica de 2500 m2 de adobe, de cimientos de piedra y columnas de hierro fundido y moldeado, de pisos de duela y cien puertas de madera, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) inició su reconstrucción a finales del 2008, y en septiembre del 2012 abrió sus puertas nuevamente.

Actualmente La Casa Grande es la sede del “Centro de Investigación y Experimentación en Arte Popular de Zacatecas” (CIEAPZ) cuya misión es “formar investigadores especializados en Arte Popular y Artesanía, así como desarrollar proyectos de investigación y experimentación en los procesos de creación de alta calidad, mediante programas  de excelencia, con la participación de especialistas de reconocida trayectoria”. Hoy día se tejen historias de color, de talento y creatividad, con el papel, el cartón y la chaquira, la plata y la cerámica, la piedra y la madera, las fibras vegetales y los textiles, gracias a la Subsecretaría de Desarrollo Artesanal y a la Secretaría de Economía del Estado de Zacatecas, al personal del CIEAPZ y al conocimiento de instructores nacionales e internacionales que fortalecen la técnica de los artesanos zacatecanos y dan vida a la comunidad de Tacoaleche.


http://tacoaleche.com/nuestro-pueblo/origen-de-la-hacienda-de-tacoaleche/http://www.cenart.gob.mx/2015/07/arte-popular/




viernes, 10 de junio de 2016

El perro prehispánico de Colima.

Desde tiempos inmemorables el perro ha sido una criatura cotidiana en la vida del colimense,  en la época precolombina fue domesticado y consumido; al respecto Armando Martínez de la Rosa escribe “parece ser un hecho innegable que dos eran las razas que acompañaron a los antiguos colimotes en su vida cotidiana y sus rituales religiosos: el esbelto xoloitzcuintli y el regordete y chaparro tlalchichi” 1. Ambos eran mudos y pelones, el tlalchichi tenía una dentadura normal y completa, a diferencia del xoloitzcuintli que los tenía chuecos e incompletos2.  Durante la tradición Comala (1 – 500 d.C.) fueron modelados en arcilla con una exquisita destreza en distintas actitudes desde los estilizados en posición sedente a los cebados sobre cuatros patas, hay perros que aullan, otros que duermen, una pareja que baila, unos portan una máscara de hombre o una mazorca en el hocico, hay figurillas de siameses y gran  variedad de vasijas.

En el mundo náhuatl el perro tenía varios significados simbólicos, fue el dios Xólotl, la estrella de la tarde, hermano gemelo de Quetzalcóatl estrella de la mañana y representaba su contrario: oscuridad, inframundo y muerte.  Xólotl tenía la función de transportar al sol en el atardecer hacia el reino de la oscuridad, 3  del mismo modo que el espíritu del perro guiaba al de su  amo al Mictlan o  reino de la muerte.

La reproducción de xoloitzcuintlis y tlalchichis es la artesanía étnica más popular que decora hogares, oficinas y espacios públicos, es el tema de obras gubernamentales como la glorieta de los perros bailarines que “observan” a transeúntes y automovilistas rumbo al pueblo mágico de Comala, y de trabajos  independientes como el “hibrido” en “Artemisa” de Patricia Ramírez Pérez.   Así el alma del que fuera el acompañante del mesoamericano al Mictlan, sigue en la vida del colimense para fortalecer la identitidad regional y evocar su pasado prehispánico.

1 y 2 Ver. MARTINEZ DE LA ROSA, “Diario de Colima” 8 de junio, p. 4-A, Colima, 2008.

3  Ver. DE LA GARZA MERCEDES, “Arqueología Mexicana” p. 28, Vol.VI , No. 35.




jueves, 2 de junio de 2016

¿Por qué es singular la cerámica precolombina?

La cerámica fue la primera manifestación plástica en Mesoamérica, aproximadamente en el preclásico 2,500 a.C.  El barro se encontraba en la naturaleza y para trabajarla se dejaba secar, se pulverizaba, se limpiaba de piedras, luego se mezclaba con agua hasta conseguir una masilla.  Las piezas se dejaban cocer al sol y posteriormente al fuego en hornos.

Eulalio Ferrer en su trabajo de “El color entre los pueblos nahuas” describe la devoción del mesoamericano por el color, y cuánto experimentaban para obtenerlo ya sea de los insectos, de la madera quemada del palo de Campeche, de las flores, de los óxidos de hierro, de moluscos, de las semillas y frutos y hasta de las raíces.    Horacio y Lena García en “La química en el arte” explica: “había dos grupos expertos en la producción de colores: los tlacuilos o pintores y pintores y escribas, o tlahpaquis o tintores, ambos grupos eran una especie de sacerdotes que poseían un profundo conocimiento mítico y simbólico del color.  Los pigmentos se vendían en polvos o mezclados con adherentes como la baba de nopal en los tianquismeh o mercados. 1

Los vestigios cerámicos de Colima poseen el color y el brillo de la terracota, sólo los pertenecientes a la fase Ortices tienen elementos guindas.  La cerámica de la fase Comala que va del 1 – 500 d.C. es excelsa por su precisión circunscrita en figuras geométricas, por la fuerza visual y su armonía.     De acuerdo a Laura Almendros el ceramista de este período tuvo libertad plástica y modelaba a mano porque era una sociedad poco institucionalizada, no como en Teotihuacan o Tula que tenían una clase jerárquica que controlaba la expresión artística.

El Dr. Patrick Johansson en su artículo de “Mitología, mitografía y mitokinesia”, relata que en el mundo náhuatl precolombino en los textos “ya sean verbales, pictóricos o dancísticos muestran una estructuración del sentido donde lo sensible y lo formal ocupan un lugar preponderante, un mensaje no se consideraba como comprendido hasta que fuera sentido, el hecho de que en náhuatl el mismo significante mati cubra campos semánticos como saber y sentir es una prueba fehaciente de ello.  Esto habla de un pueblo sensible  que lo mismo escribía poesía, esculpía o modelaba, concebía música o edificaba obras arquitectónicas”. 2  

1 Ver. RODRÍGUEZ,  “El color entre los pueblos nahuas”, p. 214.
2 Ver. JOHANSSON, “Mitología, Mitografía y Mitokinesia”, p. 19. 


viernes, 29 de abril de 2016

Arte Precolombino. 2a parte.

Como admiradora de los vestigios cerámicos del Valle de Colima y creadora de una línea artesanal con identidad regional me permito hacer una sucinta relación de lo escrito por los especialistas:   Isabel Kelly investigadora estadounidense de la University of California of Angeles publicó en 1980, su más valiosa aportación de la secuencia cultural del denominado Eje Armería donde definió las fases Capacha, Ortices, Comala, Colima, Armería y Chanal; cada una de ellas con características plásticas definidas.

Laura Almendros, Maritza Cuevas, Fernando González y Rafael Platas en “La presentación gráfica del Colima prehispánico” escriben “en la cerámica Capacha destacan las formas funcionales, como contenedores, vaporeras, cajetes  y muy probablemente destiladores como los bules trífidos y acinturados”1.  La alfarería Ortices se caracteriza por estar pintada con íconos  de color guinda “vasijas de formas variadas, figurillas sólidas y pequeñas que representan actividades de la vida cotidiana”.    En este período florecen la fase Comala y el patrón funerario de las tumbas de tiro del 300 a 600 d.C.  La fase Comala es un vivo retrato de la naturaleza y de las figuras humanas.  De acuerdo a los especialistas mencionados en las fases Colima, Armería y Chanal (400 – 1520 d.C.) “existe una ruptura clara en el diseño, forma, tamaño, pasta y acabado de las superficie de la cerámica, con las anteriores etapas” 2 y se inicia la arquitectura monumental de los centros ceremoniales del Chanal y la Campana. 

1.      Ver. ALMENDROS, CUEVAS, “Geometrías de la imaginación diseño e iconografía”, p. 148.
2 .    Ver. ALMENDROS, CUEVAS, “Geometrías de la imaginación diseño e iconografía”, p. 149.


lunes, 11 de abril de 2016

Francisca Ruiz y los tapetes de Teotitlán.

Francisca Ruiz García bella y amable mujer zapoteca de Teotitlán del Valle, Oaxaca es la quinta generación de su familia que teje tapetes de lana de oveja en telares de pedal.  Teotitlán ubicado en las faldas de la “Sierra Juárez” a veintisiete km de la capital oaxaqueña, es un lugar de gran sincretismo cultural y religioso, sus habitantes se dedican al cultivo del maíz y del frijol y al tejido de tapetes desde el siglo XVI.

¿A qué edad empiezan a tejer en el telar?”A los once años de edad porque es un trabajo muy pesado: se hace de pie, se tiene que ir tensando con fuerza y el telar pesa mucho”. La elaboración de tapetes inicia con la preparación de la lana: primero se cepilla con una carda de alambre, luego se hila en una rueca y se forman las madejas. Posteriormente éstas se lavan y se hierven en ollas de barro por espacio de 45 minutos con el tinte, que puede ser natural o artificial; un textil con tintes naturales es muy cotizado porque es cien por ciento artesanal. Los colorantes se obtienen de plantas e insectos, si se desea un rojo carmesí, un rosa o un tono púrpura se utiliza la grana cochinilla, para lograr el matiz amarillo se utiliza la cáscara de granada y la flor de cempazuchitl, el musgo da el color verde y la planta del añil el matiz azul, las coloraciones cafés provienen de la cáscara de la nuez, del palo de madroño y del zapote.  En el diseño de los tapetes las grecas zapotecas son los elementos más utilizados además de los zoomorfos como pájaros, mariposas, peces o tortugas.  Algunas familias trabajan las fotografías de personajes históricos o réplicas de pinturas de los grandes maestros como Frida Kahlo y Diego Rivera.

El telar se compone de un conjunto de hilos dispuestos en vertical llamado “urdimbre” y otros en posición horizontal denominada “trama”. La labor de tejer es pasar la urdimbre por arriba y debajo de la trama, tensando y entretejiendo trama y urdimbre, colocando los hilos de lana de distintos matices conforme al dibujo seleccionado.  Se forman los tapetes en tiras continuas separadas con espacios de treinta y cinco centímetros.  Francisca me comenta que una vez que alguien inicia un trabajo lo tiene que terminar porque cada persona “tensa el tejido” de manera distinta.   Cuando “levantan” –o terminan- se cortan las tiras para separar los tapetes  y “preparar la punta” y “hacer los churritos”.  El tejido de tapetes es un trabajo de mujeres y hombres, pero el terminado y la elaboración de bolsas y morrales es sólo de mujeres.  “Me gusta mucho tejer tapetes de mil colores, mi padre me enseñó a hacerlo  y hoy lo trabajamos mi esposo, mis tres hijos y yo, es el sustento de mi familia”.




lunes, 21 de marzo de 2016

Arte Precolombino. 1a parte.

El reconocimiento de las piezas prehispánicas como arte, se inicia en Europa al finalizar el siglo XIX cuando artistas como Gaugin se inspiran en ellas, pero es durante la “Exposición Histórica Americana de Madrid” en 1892, cuando se reconoce su valor estético y contribución plástica y se acuña el término de “arte precolombino”.    
Posteriormente, durante los años veinte en México y con el programa de  “Desarrollo del Fomento de las Bellas Artes” del intelectual José Vasconcelos, surge un gran interés por las artesanías y la costumbre de llamar “arte popular” a todo tipo de objetos artesanales y étnicos.  En septiembre de 1921 los artistas  Gerardo Murillo –mejor conocido como Dr. Atl-, Jorge Enciso y Roberto Montenegro organizan una exposición para mostrar la diversidad y la riqueza cultural de México.  En esa época Roberto Montenegro y sus discípulos se inspiran en las creaciones prehispánicas y diseñan ornamentos para vasijas de Tonalá y bateas de Uruapan; Jorge Enciso se enfoca a los bordados de Michoacán, y Adolfo Best Maugard a la cerámica de laca en distintas regiones de México.   Fue un período muy importante para el diseño mexicano. (Continuará).

jueves, 3 de marzo de 2016

Mónica Velásquez y la miniatura "Roque".

La arqueóloga Mónica Velásquez  Roque pertenece a una familia zacatecana de artesanos de más de cuatro generaciones que recrea la cotidianidad y la tradición, la religión y la festividad, el dolor y la alegría con creatividad y  colorido. Sus piezas son miniaturas en barro y algunas de ellas miden menos de un centímetro, lo que predomina son los “trastecitos” y los “monitos” de 1cm a 3 cm. que utilizan en nacimientos, cocinas, mercados, “callejoneadas”, funerales y sus ingeniosas macetas con plantas naturales en las que diseñan jardines a escala.

Desde tiempos inmemorables los Roque extraen el barro del mismo banco de tierra de manera rústica, manufacturan y decoran sus piezas en distintas técnicas y han adaptado su trabajo al mercado actual sin perder su esencia: sus “trastecitos” –jarritos, molcajetes, platitos, comales o metates- que en el siglo pasado eran juguetes, hoy día los ofrecen como objetos decorativos o los engarzan para collares, pulseras o aretes.  En Jalpa está el taller de los abuelos, y en Zacatecas tienen un estudio artesanal conformado por Mónica, Eloisa Roque -su madre-,  y sus hermanas Laura América y María Virginia; actualmente se han incorporado su esposo Cornelio Ochoa y su cuñada Esmeralda.  La familia Roque tiene un punto de venta en el centro zacatecano. 

¿Cuál es el proceso productivo? “Primero se extrae la tierra con  pico y pala, luego se muelen los terrones grandes con garrotes y se amasa hasta obtener el barro y se elaboran las piezas ya sea modeladas a mano, moldeadas, o paleteadas; sigue el decorado el cual puede ser pintado, bruñido, esgrafiado, con incisiones, o esmaltado y finalmente se coce el producto a baja temperatura entre 800 y 900o  centígrados”.

Mónica es una mujer apasionada y perfeccionista, con premios en certámenes de barro e instructora de talleres en Zacatecas. “Mi profesión me ayudó a descubrir el gusto por la tierra, -aunque desde niña he tenido contacto  con ella-, no fue hasta que la conocí desde la perspectiva científica cuando comprendí totalmente sus propiedades y transformaciones”. Y agrega: “el trabajo que realizamos los artesanos es de enorme valor debido a que los procesos y técnicas son heredados de nuestros antepasados, los cuales deben ser  rescatados y difundidos para preservarlos”.



martes, 23 de febrero de 2016

Nelly Ochoa y la tradición del huarache colimense.

En Colima la artesanía denominada de “oficios urbanos” como los huaraches de cuero y los equipales tienen demanda regional por el clima, el costo y la tradición.  Los primeros se venden en sitios céntricos de la ciudad como en la "Huarachería Caxitlán" por Nelly Edith Ochoa Salcedo.  Nelly y sus hermanos Omar, Anahí y Silverio son la tercera generación de productores del huarache colimense, que preocupados por preservar la tradición han integrado materiales como la mezclilla y la tela de rebozo y plantas de piel en vez de vaqueta, para que sus artículos sean usados por las nueva generaciones de colimenses. 

Nelly ¿Cómo es el huarache colimote? "Es una pieza que cubre el 90% del pie, de punta abierta, está manufacturado 100% a mano con vaqueta y suela de llanta reciclada, su diseño está conformado de un tejido complejo y laborioso y tres herrajes que llamamos "piquete" al frente, tiene una correa roja y una hebilla de broche. Es una pieza con la planta y la suela clavada y no cocida a máquina".

La familia Ochoa Salcedo fabrica de 270 a 290 pares por semana, sus productos tienen estética y calidad.  Su trabajo expresa el amor por la tradición y la cordialidad de esta tierra.  "Cada pieza que producimos lleva un pedazo de nosotros, es un oficio que hacemos con humildad", concluye Nelly.


lunes, 15 de febrero de 2016

México un país con sabor a color.

México es un país que sabe a color, pensemos en las iglesias y fachadas de pueblos enteros, el tapete delicioso de los tianquismeh o mercados, nuestra artesanía brillante y viva, nuestro campos soleados.  Cuenta la leyenda nahua que en un principio el color no existía, todo era gris y triste, un día Tonatiuh, el sol, le dijo a su hijo Pitzintetecuhtli, el señor niño, que coloreara a la tierra, que tomara los colores del Cozamalotl, el arcoiris, y los transportara en  tecomates recortados; así se pintó de color “los montes, los árboles, los arbustos, las flores, los frutos, las piedras, las aguas, los animales, las personas y el cielo, todo lo que sus ojos veían”. 

A la historia se suma Tepeyollotli, corazón del monte, que vivía en la parte más oscura de las montañas.  Un día corazón del monte subió a la superficie y vio que en vez de gris y triste, todo era brillante y alegre y decidió robarle a Pitzintetecuhtli sus pinceles y colores mientras dormía.  Sin embargo, el señor niño persistente en su labor, regresó al arco iris.  Esos eventos sucedieron una y otra vez hasta que corazón del monte acude a Huehueteotl, señor del fuego y le pide que active sus braseros y destruya el color de la tierra; grandes terrenos mueren por los ríos de lava del Huehueteotl, hasta que éste reconoce que estaba acabando con lo más preciado de la tierra, estaba dando muerte al color, y detiene su obra destructiva.   

Al final de la historia Pitzintetecuhtli y Tepeyollotli hacen las paces, y el señor niño le comparte los secretos del color a corazón del monte y se “cubrió el interior de la Tierra con azules y morados como la noche, plateados como la Luna y negros como los de los encinos. Este fue el origen de las vetas minerales de cobre, plata, oro, turquesa, jade, esmeralda, amatista y rubí”.2 

1.2. Ver. HORACIO Y LENA GARCÍA, “La Química en el arte”. p. 9 -12.

Fotografía. Patricia Ramírez Pérez.





martes, 2 de febrero de 2016

Taller de comunicación visual en el CIEAPZ.

México es un país de enorme tradición y riqueza artesanal donde existen insignes maestros y el conocimiento se transmite de padre a hijo, donde nuestra tierra es un tapete de texturas y colores, de técnicas y tradiciones, de belleza e historia.  ¿Qué puede hacer el diseño por la artesanía? El diseño es un método de creación que se basa en la satisfacción de necesidades de un mercado determinado.  Este sistema conlleva una  investigación, un análisis, la realización de bocetos, de planos y moldes, y finalmente la manufactura de protomodelos, modelos y  prototipos;  por lo tanto, permite desarrollar artesanía más competitiva y afianzar una empresa cultural sustentable.

Generalmente, las personas productoras de artesanía son hábiles en el dibujo a mano alzada, poseen excelente concentración en el trabajo, son altamente creativas y perfeccionistas. Desarrollar un taller de comunicación visual para artesanas y artesanos es una experiencia profesional muy interesante y enriquecedora.   Los invito a ver las fotografías del proceso y los resultados del taller en el "Centro de Investigación y Experimentación en Arte Popular" en Tacoaleche,  Gpe., Zacatecas. (CIEAPZ). (Segunda y última parte).

Si desea recibir más información puede ponerse en contacto con,
L.D.I. Patricia Ramírez Pérez.
layoani@gmail.com 






miércoles, 20 de enero de 2016

El círculo de color.

Me interesé en la magia del color a temprana edad gracias a mi madre que me decía “esto no combina” o “esto se ve bien”, más tarde aprendí que el color se percibe a través de bastones y cornetas, en la universidad conocí los colores primarios, los secundarios, los terciarios y los opuestos, y pinté con vinílicas el círculo de color; pero cuando conocí los fajos de colores luminosos elaborados en telares de cintura de Chiapas, las decoraciones de las cajas de olinalá de Guerrero, o la luminosidad  de los trabajos wixaricas mi acervo cromático se volvió exuberante.   


El mes de diciembre fui contratada por el Gobierno del Estado de Zacatecas para instruir un taller de diseño de dos semanas en el “Centro de Investigación y Experimentación en Arte Popular de Zacatecas” (CIEAPZ) para personas que transforman la piedra, la plata, el cartón, la arcilla o las cuentas de chaquira.   El objetivo general del taller era el fortalecimiento de la estética a través de ejercicios de la comunicación visual. ¿Qué es comunicación visual? Es el lenguaje que se logra con ideas, las ideas se materializan en una composición, y una composición es el ordenamiento de elementos con un fin determinado.  Estos elementos son el punto, la línea, el contorno, la dirección, el tono, el color, la textura, la dimensión, la escala y el movimiento. Se realizaron cinco proyectos con pintura vinílica en papel ilustración, los tres primeros sobre el color y el cuarto y quinto sobre la flora y fauna zacatecana.  En esta primera parte presento los trabajos del círculo de color elaborados por los participantes al taller: José Pacheco y Rosa Isela Gutiérrez, Esmeralda Ochoa, Apolonia González, Rosario, Luis y Azucena Sánchez, Francisco Sánchez y Ma. Del Refugio Blanco, Ana Bocanegra, Mtro. Felix Muro, Mónica Velásquez, Susana Díaz y Rosario Guzmán. Muchas gracias por su valiosa participación y su talento desbordante. (Primera parte).


lunes, 11 de enero de 2016

Emilio Pinto Escobar.

De acuerdo al Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART),  una artesanía es un objeto de identidad comunitaria de procesos manuales continuos, con implementos rudimentarios y algunos de función mecánica; elaborada con la materia prima de la región. En cambio una manualidad nace por un estilo de moda, tiene una producción manual o semi industrial con materia prima procesada o prefabricada, y carece de tradición y de identidad.


En una obra artesanal se define un tiempo y un espacio, y se transmite una historia; ese es el legado del maestro colimense Emilio Pinto Escobar (1947 – 2015) que transporta al espectador con su cerámica al Colima del principios del siglo XX.  Pinto Escobar recreó a los vendedores de tuba, al de los limones, al del pan o la vendedora de pescado; él les colocó tocados cubiertos de frutos o de panes que realizaba manualmente y a detalle; modeló en barro personajes con instrumentos autóctonos como chirimías y tambores para sus nacimientos, y matizó generosamente al armadillo, a la codorniz, al pato y a la tuza; el maestro recreó en arcilla la exhuberante identidad colimense.  ¡Gracias maestro!