jueves, 2 de junio de 2016

¿Por qué es singular la cerámica precolombina?

La cerámica fue la primera manifestación plástica en Mesoamérica, aproximadamente en el preclásico 2,500 a.C.  El barro se encontraba en la naturaleza y para trabajarla se dejaba secar, se pulverizaba, se limpiaba de piedras, luego se mezclaba con agua hasta conseguir una masilla.  Las piezas se dejaban cocer al sol y posteriormente al fuego en hornos.

Eulalio Ferrer en su trabajo de “El color entre los pueblos nahuas” describe la devoción del mesoamericano por el color, y cuánto experimentaban para obtenerlo ya sea de los insectos, de la madera quemada del palo de Campeche, de las flores, de los óxidos de hierro, de moluscos, de las semillas y frutos y hasta de las raíces.    Horacio y Lena García en “La química en el arte” explica: “había dos grupos expertos en la producción de colores: los tlacuilos o pintores y pintores y escribas, o tlahpaquis o tintores, ambos grupos eran una especie de sacerdotes que poseían un profundo conocimiento mítico y simbólico del color.  Los pigmentos se vendían en polvos o mezclados con adherentes como la baba de nopal en los tianquismeh o mercados. 1

Los vestigios cerámicos de Colima poseen el color y el brillo de la terracota, sólo los pertenecientes a la fase Ortices tienen elementos guindas.  La cerámica de la fase Comala que va del 1 – 500 d.C. es excelsa por su precisión circunscrita en figuras geométricas, por la fuerza visual y su armonía.     De acuerdo a Laura Almendros el ceramista de este período tuvo libertad plástica y modelaba a mano porque era una sociedad poco institucionalizada, no como en Teotihuacan o Tula que tenían una clase jerárquica que controlaba la expresión artística.

El Dr. Patrick Johansson en su artículo de “Mitología, mitografía y mitokinesia”, relata que en el mundo náhuatl precolombino en los textos “ya sean verbales, pictóricos o dancísticos muestran una estructuración del sentido donde lo sensible y lo formal ocupan un lugar preponderante, un mensaje no se consideraba como comprendido hasta que fuera sentido, el hecho de que en náhuatl el mismo significante mati cubra campos semánticos como saber y sentir es una prueba fehaciente de ello.  Esto habla de un pueblo sensible  que lo mismo escribía poesía, esculpía o modelaba, concebía música o edificaba obras arquitectónicas”. 2  

1 Ver. RODRÍGUEZ,  “El color entre los pueblos nahuas”, p. 214.
2 Ver. JOHANSSON, “Mitología, Mitografía y Mitokinesia”, p. 19. 


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