La arqueóloga Mónica
Velásquez Roque pertenece a una familia zacatecana
de artesanos de más de cuatro generaciones que recrea la cotidianidad y la
tradición, la religión y la festividad, el dolor y la alegría con creatividad y
colorido. Sus piezas son miniaturas en barro y algunas
de ellas miden menos de un centímetro, lo que predomina son los “trastecitos” y
los “monitos” de 1cm a 3 cm. que utilizan en nacimientos, cocinas, mercados, “callejoneadas”, funerales y sus ingeniosas macetas con plantas
naturales en las que diseñan jardines a escala.
Desde tiempos inmemorables
los Roque extraen el barro del mismo banco de tierra de manera rústica, manufacturan
y decoran sus piezas en distintas técnicas y han adaptado su trabajo al
mercado actual sin perder su esencia: sus “trastecitos” –jarritos, molcajetes,
platitos, comales o metates- que en el siglo pasado eran juguetes, hoy día los
ofrecen como objetos decorativos o los engarzan para collares, pulseras o
aretes. En Jalpa está el taller de los
abuelos, y en Zacatecas tienen un estudio artesanal conformado por Mónica, Eloisa Roque -su madre-, y sus hermanas Laura América y María Virginia; actualmente se han incorporado su esposo Cornelio Ochoa y su cuñada Esmeralda. La familia Roque tiene un punto de venta en el centro zacatecano.
¿Cuál es el
proceso productivo? “Primero
se extrae la tierra con pico y pala, luego
se muelen los terrones grandes con garrotes y se amasa hasta obtener el barro y
se elaboran las piezas ya sea modeladas a mano, moldeadas, o paleteadas; sigue
el decorado el cual puede ser pintado, bruñido, esgrafiado, con incisiones, o
esmaltado y finalmente se coce el producto a baja temperatura entre 800 y 900o centígrados”.
Mónica es una mujer apasionada
y perfeccionista, con premios en certámenes de barro e instructora de talleres en
Zacatecas. “Mi profesión me ayudó a descubrir el gusto por la tierra, -aunque
desde niña he tenido contacto con ella-,
no fue hasta que la conocí desde la perspectiva científica cuando comprendí totalmente sus propiedades y transformaciones”. Y agrega: “el trabajo que
realizamos los artesanos es de enorme valor debido a que los procesos y
técnicas son heredados de nuestros antepasados, los cuales deben ser rescatados y difundidos para preservarlos”.
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